viernes, 16 de septiembre de 2011

Declaración de UISGE



"Qué bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche..." (San Juan de la Cruz)

EL FUTURO DE LA VIDA RELIGIOSA ESTÁ EN LA FUERZA DE SU MÍSTICA Y DE SU PROFECÍA

"Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo..." Sal 42, 3

Durante esta asamblea:

Juntas, 800 Superioras generales de 87 países, nos hemos saciado de la Fuente de vida, el Dios de Jesucristo, de donde mana nuestra alegría, nuestra esperanza y nuestra fuerza.

Nos comprometemos a:
  • Redescubrir y escuchar la Fuente que habla en nuestro corazón, en el otro y en la creación.
  • Ir, sin cesar, a la fuente de nuestro carisma, para sacar de nuevo el dinamismo de nuestro primer llamado.
  • Gustar y compartir, juntas, la Palabra y el Pan.
  • Favorecer el diálogo constante entre la Palabra de Dios y los acontecimientos del mundo.
  • Invitar a otros y otras a venir y beber agua de la Fuente.

"Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa" Hch 16,15

Como Lidia, mujer de escucha y de fe, somos invitadas a abrir nuestro corazón y nuestra casa, y a hacer memoria del agua viva de nuestro bautismo.

Nos comprometemos a:
  • Crear un estilo de vida místico y profético, abierto a la hospitalidad y a la acogida sin exclusividad, respetuoso de las diferencias, que reconoce la riqueza de las diversas culturas y religiones.
  • Reinventar un arte de vivir juntas, marcado por relaciones que humanizan, por la escucha, la empatía, la no-violencia, para llegar a ser testigos de los valores evangélicos.
  • Cuidar la formación inicial y permanente para favorecer la integración de la dimensión mística y profética de nuestra vida consagrada.
  • Vivir en armonía con todo el Cosmos y habitar nuestra Tierra con respeto.

"Remad mar adentro...y echad vuestras redes para pescar" Lc 5,4

Hemos tomado conciencia de que no tenemos que tener miedo a la noche de las aguas profundas.

Nos comprometemos a:
  • Nombrar con audacia las noches de la Iglesia, de la sociedad y de nuestras congregaciones.
  • Descubrir los destellos de luz escondidos en el corazón de la violencia, de la pobreza y de la falta de sentido.
  • Abrir los ojos para descubrir nuevos caminos de luz en las tinieblas de nuestro mundo: la situación precaria de las mujeres, el malestar existencial de muchos jóvenes, las consecuencias de las guerras y de las catástrofes naturales, la extrema pobreza que engendra la violencia...
  • Ofrecer, como mujeres consagradas, un ministerio de compasión y de sanación.
  • Trabajar en redes, local y globalmente, con otras congregaciones y con los laicos, para la realización de diversos proyectos y para la transformación de las estructuras injustas.
  • Superar las fronteras de nuestros respectivos carismas y unirnos para ofrecer al mundo una palabra mística y profética.
  • Dialogar en verdad con la Iglesia jerárquica, a todos los niveles, para un mayor reconocimiento del lugar de la mujer.

Como María, permanezcamos despiertas y vigilantes,
en constante búsqueda de la Fuente que mana,
con la certeza de que Ella se deja encontrar, aunque sea de noche.